sábado, 31 de octubre de 2009

El día en el que el ciego fui yo




Lo recuerdo a la perfección. Sucedió una mañana del año 2006, cuando iba camino a uno de los tantos maratónicos días que el estudiante de Biología pasa en Ciudad Universitaria. En aquel momento, el servicio semirápido de la línea 28, aquella que conecta el Puente La Noria con la emblemática sede de la Universidad de Buenos Aires, aún costaba $1,40. Parecía caro, pero los $2,20 actuales, consecuencia de dos “tarifazos” consecutivos en menos de un año, hacen que el bolsillo extrañe los viejos tiempos.

Cuando el colectivo llegó a Puente Saavedra, una de las últimas paradas del recorrido, un hombre subió con lo ojos cerrados y un bastón blanco, asistido por otro cuya visión podía no haber sido perfecta pero al menos allí estaba. Tras mostrar un pase que lo eximía de abonar el viaje, se sentó en uno de los primeros asientos.

No sé si habrá sido el hecho de que aquel pasajero vestía la indumentaria oficial completa de la selección argentina de fútbol, o mi fanatismo por los deportes lo que hizo que aquella cara me resultara conocida. Resultó ser que estaba compartiendo el colectivo con el mejor jugador de fútbol sala para no videntes: Silvio Velo.

Días antes de ese encuentro, el jugador de Los Murciélagos se había consagrado campeón en el Mundial realizado en Buenos Aires, defendiendo así el título conseguido cuatro años antes en España, y ahora estaba allí, tan cerca de mí.

Quería acercarme y felicitarlo. Felicitarlo por esos logros como así también por la medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004, pero sobre todo por su esfuerzo y por su perseverancia. Deseaba poder transmitirle mi admiración y decirle que era un ejemplo para aquellas personas que creen que la vida termina donde la discapacidad comienza.

No lo hice. Supongo que mi vergüenza me lo impidió. Hoy todavía pienso que no tenía nada de que avergonzarme ni que perder. Velo no hubiera podido conocer y recordar mi cara y, aún así, no me animé.

Dos años después, jugadores de la selección argentina de fútbol para no videntes visitaron la escuela de periodismo donde estudio desde el 2008. Silvio Velo no pudo estar, pero al menos fui parte de un estruendoso y generalizado aplauso de reconocimiento para estas personas que día a día asombran por sus capacidades. Sin embargo, todavía recuerdo aquella oportunidad perdida arriba del 28. No olvido el día en el que el ciego fui yo.

Presentación oficial




En este espacio llamado Historias exactas y naturales encontraran textos de diversos estilos que siempre en algún punto, a veces imperceptible, se conectan con mi vida cotidiana en Ciudad Universitaria. Desde el 2005 pasé mañanas, tardes y noches en la sede junto al Río de la Plata, la que se ha transformado en una parte esencial de mi vida. Es por eso que decidí llenar este hueco cibernético con reflexiones, historias verdaderas e inventadas, curiosidades y hasta noticias que se vinculan con este lugar tan significativo para mí. Espero lograr sorprenderlos, hacerles reír e identificarse con lo que aquí lean, sin importar dónde y qué estudien.

!Que lo disfruten!