martes, 17 de noviembre de 2009

Historias del destierro: el pianista y el profesor




Los oídos le zumban a causa del estruendo, y el polvo que en el aire flota le da un aspecto canoso a su pelo oscuro. La bomba ya explotó en las inmediaciones de la Radio Polaca y obligó a detener la majestuosa interpretación del Nocturno en do sostenido menor de Chopin. Varsovia, Polonia, 23 de septiembre de 1939.

El cuero cabelludo abierto por el duro golpe del bastón de quien es viril sólo cuando la placa lo avala y el pelo aglomerado como paja de escoba por la sangre reseca, que tiñe de un negro violáceo su cabello marrón. La clase sobre moluscos fue interrumpida por tiempo indeterminado. Buenos Aires, Argentina, 28 de junio de 1966.

Las tropas alemanas invaden Polonia y marcan el inicio de una humillación y un sufrimiento de seis años calendario, pero de eterna duración en la memoria y en el corazón de la comunidad judía. El pianista sufre el exilio en tierra propia, separado del resto de la ciudad por un muro que marca los límites del Gueto de Varsovia, nefasto hogar de los hebreos, plagado de miseria, de pobreza, de enfermedades y de sangre derramada. Allí se convertirá en un gestor más del gran levantamiento de 1943 al ingresar al Gueto armamento escondido en bolsas de alimento.

El cogobierno de estudiantes, docentes y graduados se opuso a la decisión del presidente de facto de intervenir las universidades, lo que devino en el brutal desalojo. Las fuerzas policiales, que desde el derrocamiento de Arturo Illia y la llegada de Juan Carlos Onganía al poder se encontraban bajo mandato militar, reprimen despiadadamente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Nadie lo forzó al exilio pero le marcaron claramente el camino: el profesor emigró a Venezuela, donde lo recibieron con los brazos abiertos. Allí vivió un destierro paradójico, trabajando y disfrutando de la calidez humana y costera del Caribe, pero alejado de su tierra natal, de sus amistades y de su vida pasada.

Sin su familia, que tiempo atrás pasó a engrosar la lista de muertos en los campos de concentración nazis, el pianista escapa de su confinamiento en el Gueto y se recluye, gracias a la ayuda de viejas amistades, en el lado prohibido de Varsovia. Desde la ventana de su departamento clandestino observa cómo las fuerzas teutonas logran vencer, tras meses de combate, la resistencia judía de la que no llegó a formar parte activa. La guerra termina, los alemanes son derrotados, la Unión Soviética libera Polonia y el músico vuelve a ver la luz. El Nocturno en do sostenido menor de Chopin vuelve a sonar en el remodelado edificio de la Radio Polaca, igual que hace seis años, distinto que hace seis años.

Con una familia formada emprende el regreso a Argentina, donde Raúl Alfonsín ganó las elecciones presidenciales y la vuelta a casa es ahora segura. La Universidad lo espera y el profesor responde a su llamado. Su cargo es restituido, y la lección sobre moluscos se retoma en el punto donde había sido interrumpida cuando los militares tomaron la facultad; debía terminar lo que veinte años atrás comenzó. La misma clase, otra clase.

El pianista: Wladyslaw Szpilman
El profesor: una de las historias posibles para cualquiera de los más de 200 científicos que, tras la noche de los bastones largos, emigraron a Venezuela, Chile, Estados Unidos y Europa, entre varios de los destinos elegidos, en el sentido más restringido de la palabra.

5 comentarios:

Marcela dijo...

buenisimo pablo!!!
segui escribiendo, es un placer leerte

Unknown dijo...

Sin palabras y a la vez con todas ellas!!!!!
No perdamos nuestra identidad, ideales y principios...de allí no se vuelve.

Unknown dijo...

¡Muy buenos escritos, y qué prolífica producción!

Cris dijo...

Excelente!!! Te felicito.

Unknown dijo...

Al leer esto me queda claro algo, deberías de alguna forma poder unir las dos carreras (las dos profesiones). Que las hay las hay. Es tu elección. Suerte! nos estamos viendo...

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