miércoles, 11 de noviembre de 2009

Sapos, hadas y tests de embarazo




En los cuentos de hadas, el sapo se convierte en príncipe con el beso de la amada, pero nada dicen éstos sobre los batracios como medios para probar embarazos.

Hace mucho tiempo atrás, quizás no tanto, un caballero de la Orden Imperial Médica de Buenos Aires ideó un singular método que permitía a las doncellas de la sociedad saber si estaban esperando un regalo del Señor, del señor con el que habían tenido relaciones sexuales obviamente. Aquel sistema consistía en inyectar a anuros machos la orina de mujeres potencialmente grávidas y observar si esto estimulaba la producción de espermatozoides, lo que era considerado como una señal positiva.

Como los rumores se propalan rápidamente, la técnica comenzó a ser utilizada por los demás territorios del continente latinoamericano y recibió el nombre de su creador, Carlos Galli Mainini, médico argentino quien en 1947 publicó El diagnóstico del Embarazo con Batracios Machos, que contó con un prólogo de Bernardo Houssay.

Durante el embarazo, las células de la placenta producen la hormona gonadotropina coriónica humana (HCG) que finalmente llega a la orina y puede ser detectada por el tan conocido Evatest. Si bien hoy las dos rayitas marcan el resultado positivo y varias décadas atrás había que observar la producción de esperma anfibio, ambos métodos se apoyan en la detección de la HCG para la diagnosis temprana de la preñez.

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